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    domingo, 11 de julio de 2021

    Madurez de la relación matrimonial


    Matrimonio y Familia | Alexis Cifuentes/ADH



    Madurez de la relación matrimonial

     

    Si es cierto que todos queremos amar y ser amados, no menos cierto el valor de aprender a amar. Decía el humanista Erich Fromm que tenemos que aprender el arte de amar. Uno de sus libros que marcan la vida de los lectores es precisamente El arte de amar. Todos queremos amar y ser amados, sí, pero nuestro amor ha de alcanzar la grandeza de nuestra humanidad, la capacidad de darnos a los demás, con disponibilidad y entrega.

     

    Hemos de aspirar en las relaciones de pareja a madurar juntos, en los aspectos que cada quien descubre que debe seguir creciendo como persona. Cuando la pareja sigue este proyecto de madurez, hay un gran crecimiento en todos los órdenes de su vida.

     

    La capacidad de solucionar conflictos es importante en la vida de la pareja, para crecer juntos en la comprensión, el respeto mutuo y el amor que crece con el esfuerzo de cada uno

     

    Moldear el carácter. No bastan nuestros buenos deseos, la buena voluntad para crecer en aspectos importantes como nuestro carácter, que debe ser moldeado hasta ponerse al servicio de la relación y que no se convierta en un obstáculo para la convivencia de la pareja. Es difícil moldear el carácter, lo sabemos. En algunos aspectos siempre será de el mismo, pero el compromiso mutuo consigue, con los esfuerzos necesarios que se convierta en un muro que impida la madurez en la relación. Un carácter duro, impulsivo, será dañino para una relación sana y serena en la pareja. Contener el mal carácter, suavizarlo, supone sacrificio, pero traerá mucha paz y alegría a la relación.

     

    Respeto mutuo. Así como hemos mencionado la confianza mutua como modo de crecimiento en el proyecto de la pareja, lo mismo tenemos que cuidar el respeto mutuo. Esto no vale solo para tomar en cuenta las reglas de juego que establecemos en algunos aspectos, o la fidelidad a ciertos compromisos. Se trata también de valorar de tal manera la otra persona y sus espacios propios en la relación. Hay comportamientos y palabras que pronunciadas dejan una huella negativa en la vida de las parejas. Es importante siempre conducirse con respeto mutuo. Nos permitirá mantenernos en ciertos límites, valorando y comprendiendo a la pareja, con cuidado por su persona, sus reacciones y sus acciones. Respeto a sí mismo es respeto también a la otra persona, con sus defectos, sus errores y sus posibilidades de crecimiento e intimidad.

     

    No rehuir a los conflictos. En la relación previa al matrimonio, muchas parejas se equivocan en aspirar a una relación sin ningún malentendido, sin ningún conflicto. Hemos escuchado parejas que afirman que en su relación matrimonial nunca han habido situaciones conflictivas, que todo ha sido una vida feliz, sin contratiempos. Nos alegramos si es cierto. Pero en la mayoría de las parejas aparecerá en algún momento algún tipo de conflicto. Puede ser cuando llegan los hijos, en decisiones que deben tomarse cuando los tiempos cambian. Puede ocurrir también en el interior de la relación, si hay rutina, pereza o desinterés. No se puede tener miedo a enfrentar conflictos, es peor que estén latentes en la relación. Y un día pueden desencadenar situaciones desagradables. La capacidad de solucionar conflictos es importante en la vida de la pareja, para crecer juntos en la comprensión, el respeto mutuo y el amor que crece con el esfuerzo de cada uno.

     

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