Matrimonio y Familia | Alexis Cifuentes/ADH
Madurez de la relación matrimonial
Si es cierto que todos queremos amar y
ser amados, no menos cierto el valor de aprender a amar. Decía el humanista
Erich Fromm que tenemos que aprender el arte de amar. Uno de sus libros que
marcan la vida de los lectores es precisamente El arte de amar. Todos queremos
amar y ser amados, sí, pero nuestro amor ha de alcanzar la grandeza de nuestra
humanidad, la capacidad de darnos a los demás, con disponibilidad y entrega.
Hemos de aspirar en las relaciones de pareja a madurar
juntos, en los aspectos que cada quien descubre que debe seguir creciendo como
persona. Cuando la pareja sigue este proyecto de madurez, hay un gran
crecimiento en todos los órdenes de su vida.
La capacidad de solucionar conflictos es importante en la vida de la pareja, para crecer juntos en la comprensión, el respeto mutuo y el amor que crece con el esfuerzo de cada uno
Moldear el carácter. No bastan nuestros buenos
deseos, la buena voluntad para crecer en aspectos importantes como nuestro
carácter, que debe ser moldeado hasta ponerse al servicio de la relación y que
no se convierta en un obstáculo para la convivencia de la pareja. Es difícil
moldear el carácter, lo sabemos. En algunos aspectos siempre será de el mismo,
pero el compromiso mutuo consigue, con los esfuerzos necesarios que se convierta en un muro
que impida la madurez en la relación. Un carácter duro, impulsivo, será dañino para
una relación sana y serena en la pareja. Contener el mal carácter, suavizarlo,
supone sacrificio, pero traerá mucha paz y alegría a la relación.
Respeto mutuo. Así como hemos mencionado
la confianza mutua como modo de crecimiento en el proyecto de la pareja, lo mismo
tenemos que cuidar el respeto mutuo. Esto no vale solo para tomar en cuenta las
reglas de juego que establecemos en algunos aspectos, o la fidelidad a ciertos
compromisos. Se trata también de valorar de tal manera la otra persona y sus
espacios propios en la relación. Hay comportamientos y palabras que
pronunciadas dejan una huella negativa en la vida de las parejas. Es importante
siempre conducirse con respeto mutuo. Nos permitirá mantenernos en ciertos
límites, valorando y comprendiendo a la pareja, con cuidado por su persona, sus
reacciones y sus acciones. Respeto a sí mismo es respeto también a la otra
persona, con sus defectos, sus errores y sus posibilidades de crecimiento e
intimidad.
No rehuir a los conflictos. En la
relación previa al matrimonio, muchas parejas se equivocan en aspirar a una
relación sin ningún malentendido, sin ningún conflicto. Hemos escuchado parejas
que afirman que en su relación matrimonial nunca han habido situaciones
conflictivas, que todo ha sido una vida feliz, sin contratiempos. Nos alegramos
si es cierto. Pero en la mayoría de las parejas aparecerá en algún momento
algún tipo de conflicto. Puede ser cuando llegan los hijos, en decisiones que
deben tomarse cuando los tiempos cambian. Puede ocurrir también en el interior
de la relación, si hay rutina, pereza o desinterés. No se puede tener miedo a
enfrentar conflictos, es peor que estén latentes en la relación. Y un día
pueden desencadenar situaciones desagradables. La capacidad de solucionar
conflictos es importante en la vida de la pareja, para crecer juntos en la
comprensión, el respeto mutuo y el amor que crece con el esfuerzo de cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...