Espitualidad | Ron Rolheiser/CR
¿Se puede demostrar que Dios existe?
Escribí mi tesis doctoral sobre el valor de varios
argumentos filosóficos que intentan demostrar la existencia de Dios. ¿Puede
existir tal prueba? Filósofos brillantes, desde Anselmo, pasando por Aquino,
por Descartes, hasta intelectuales contemporáneos como Charles Hartshorne,
sostienen que la existencia de Dios puede ser probada a través de argumentos
racionales. Pero mucho depende de lo que queramos decir exactamente con la
palabra "demostrar". ¿Cómo se demuestra algo?
Hay una leyenda sobre San Cristóbal que es
pertinente aquí: Cristóbal era un hombre bien dotado en todos los sentidos,
excepto en la fe. Era físicamente fuerte, poderoso, de buen corazón, apacible y
muy querido. También era generoso y utilizaba su fuerza física para ayudar a
los demás, pero le costaba creer en Dios, aunque lo deseaba. Para él, lo físico
era lo real y todo lo demás parecía irreal. Y así, como dice la leyenda, vivió
su vida en un cierto agnosticismo honesto, incapaz de creer realmente en nada
más allá de lo que podía ver, sentir y tocar físicamente.
Sin embargo, esto no le impidió utilizar sus
dones, especialmente su fuerza física, para servir a los demás. Este fue su
refugio, la generosidad y el servicio. Se convirtió en un operador de
transbordador, pasando su vida ayudando a llevar a la gente a través de un río
peligroso. Una noche, según cuenta la leyenda, durante una tormenta, el
transbordador volcó y Cristóbal se zambulló en las oscuras aguas para rescatar
a un niño pequeño. Al llevarlo a la orilla, miró su rostro y vio el de Cristo.
Después de eso, creyó que había visto el rostro de Cristo.
A pesar de su piedad, esta leyenda contiene una
profunda lección. Cambia la perspectiva sobre la cuestión de cómo se intenta
"probar" la existencia de Dios. Nuestro intento de probar la
existencia de Dios tiene que ser práctico, existencial y encarnado, más que
intelectual. ¿Cómo pasamos de creer sólo en lo físico, de creer sólo en la
realidad de lo que podemos ver, sentir, tocar, saborear y oler, a creer en la
existencia de realidades más profundas y espirituales?
Hay una lección en la historia de Cristobal: Vive
tan honesta y respetuosamente como puedas y utiliza tus dones para ayudar a los
demás. Dios aparecerá. Dios no se encuentra en la conclusión de un silogismo
filosófico, sino como resultado de una determinada manera de vivir. Además, la
fe no es tanto una cuestión de sentimiento como de servicio desinteresado.
Hay otra lección en el relato bíblico del apóstol
Tomás y su duda sobre la resurrección de Jesús. Recordemos su protesta:
"Si no puedo poner (físicamente) mi dedo en las heridas de sus manos y
meter mi dedo en la herida de su costado, no creeré". Obsérvese que Jesús
no ofrece ninguna resistencia ni reprimenda ante el escepticismo de Tomás. Por
el contrario, le toma la palabra a Tomás: "Ven y mete (físicamente) tu
dedo en las heridas de mi mano y en la herida de mi costado; comprueba por ti
mismo que soy real y no un fantasma".
Ese es un reto dirigido a todos nosotros:
"¡Venid a ver por vosotros mismos que Dios es real y no un
fantasma!". Ese reto, sin embargo, no es tanto intelectual como moral, un
reto a ser honestos y generosos.
El escepticismo y el agnosticismo, incluso el
ateísmo, no son un problema siempre que uno sea honesto, no racionalice, no se
mienta, esté dispuesto a reconocer la realidad tal y como se presenta, y sea
generoso al entregar su vida en servicio. Si se cumplen estas condiciones,
Dios, el autor y la fuente de toda la realidad, acaba siendo suficientemente
real, incluso para aquellos que necesitan pruebas físicas. Las historias de
Cristóbal y Tomás nos enseñan esto y nos aseguran que Dios no se enfada ni se
siente amenazado por un agnosticismo honesto.
La fe nunca es una certeza. Tampoco es un
sentimiento seguro de que Dios existe. A la inversa, la incredulidad no debe confundirse
con la ausencia de la seguridad sentida de que Dios existe. Para todos, habrá
noches oscuras del alma, silencios de Dios, frías temporadas de soledad,
tiempos escépticos en los que la realidad de Dios no puede ser conscientemente
captada o reconocida. La historia de la fe, como lo atestiguan la vida de Jesús
y la de los santos, nos muestra que Dios a menudo parece muerto y, en esos
momentos, la realidad del mundo empírico puede dominarnos de tal manera que
nada parece real, excepto lo que podemos ver y sentir en este momento, sin
olvidar nuestro propio dolor.
Cuando esto ocurre, al igual que Christopher y
Thomas, debemos convertirnos en agnósticos honestos que utilicen nuestra bondad
y las fuerzas que Dios nos ha dado para ayudar a otros a cruzar los pesados
ríos de la vida. Dios no nos pide una fe segura, sino un servicio generoso y
sostenido. Tenemos la seguridad de que si ayudamos fielmente a los demás, un
día nos encontraremos ante la realidad de Dios, que nos dirá suavemente
"Comprueba por ti mismo que soy real y no un fantasma".
¿Podemos demostrar que Dios existe? En teoría, no;
en la vida, sí.
Publicado por Ciudad Redonda
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