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    miércoles, 6 de octubre de 2021

    Cáncer y Cánceres


    Editorial | MSC

     


    Cáncer y Cánceres

     

    Cada octubre, en todo el mundo, se reinicia la campaña para que tomemos conciencia de la realidad del cáncer de mama. Los especialistas insisten en poner atención a sus orientaciones, en no perder la sensibilidad ante esta realidad, en el chequeo periódico y en el tratamiento adecuado.

     

    Cerca de medio millón de mujeres son diagnosticadas anualmente con este mal sólo en nuestro continente. La lucha para disminuir los riesgos de cáncer de parte de la salud pública se ve impedida, muchas veces, por falta de recursos adecuados. De ahí la importancia de tomar conciencia de los peligros del cáncer mamario y de cualquier otro tipo. Octubre, Mes del Cáncer Mamario, debe convertirse en una sensibilización permanente para detectarlo a tiempo y buscar la necesaria ayuda médica.

     

    Para muchas mujeres la entrada de esta enfermedad a sus vidas equivale a bajar la autoestima acompañada de miedo paralizante, depresión, problemas familiares o conyugales, preocupación económica y, en el campo espiritual, hasta reclamos a Dios e inconformidad con sus designios. En lo más sano y positivo del pensamiento eclesial la enfermedad, todas las enfermedades, son un reclamo a la conciencia para transformar debilidades en fuerzas. Son un llamado a la armonía con Dios, alimentándonos de manera sana con los recursos que nos brinda en su creación, a la paz y armonía con el universo, con los demás y con uno mismo buscando solución a los conflictos del alma. Son los sabios y sencillos consejos para recuperar o conservar la salud dados por Santa Hildegarda, cuarta mujer Doctora de la Iglesia, desconocida para muchos, y una de las mujeres más brillantes e influyentes que ha parido la historia.

     

    Es aquí, en este punto, donde queremos entroncar también, ya no sólo con el cáncer mamario, sino con los otros cánceres que carcomen nuestro mundo y, por ende, nuestro país. António Guterres, Secretario General de la ONU, ante la 76 Asamblea General de las Naciones Unidas, denunciaba, cual torrente arrollador, el 21 se septiembre pasado, las amenazas reales que se ciernen sobre la humanidad;

     

    “Estamos al borde de un abismo y avanzamos en la dirección equivocada. Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado o más dividido”.  Enumeramos en apretada síntesis algunas de esas realidades denunciadas por él y que amenazan con hacer metástasis en nuestro cuerpo social: El COVID-19 ha sobredimensionado las desigualdades, desconfianza y desinformación que polariza a las personas y paraliza sociedades, derechos humanos bajo fuego, ciencia bajo ataque, falta la solidaridad y estamos en un callejón sin salida hacia la destrucción, descalificados en ética, suena la alarma climática: temperaturas insoportables, pérdida de biodiversidad, aire y agua contaminados, multimillonarios que viajan al espacio y los padres que no ven futuro para sus hijos ni para los jóvenes, los valores fundamentales en cuestionamiento y las promesas no tienen valor, corrupción en todos los órdenes en pequeña y gran escala… .

     

    Esto es sólo la punta del iceberg.  Están también los agravios de la supremacía cultural, el dominio ideológico, la misoginia violenta, la indiferencia ante los más vulnerables, entre ellos los refugiados y los migrantes. Guterres cierra su discurso con un llamado a la sanación a través de la esperanza y la solidaridad humana capaz de realizar las grandes transformaciones que necesita nuestro mundo enfermo.


    El cáncer social de nuestro país ha hecho metástasis en la corrupción pública y privada, enraizada en los partidos políticos, funcionarios, legisladores, traficantes de drogas o en cualquier parcela donde indistintamente se ejerza poder, incluido el religioso. En los últimos meses se dilucidan en nuestros tribunales sonados casos de drogas y de corrupción o de dinero sucio. No miremos el mal sólo hacia afuera. Este puede enraizarse en cualquiera de nosotros por la condición vulnerable de nuestra propia naturaleza humana. Falta para curarnos la asimilación de fuertes principios morales y éticos, la conciencia cívica y ciudadana, la formación en valores. Sin ella no avanzamos, nos hundimos más y más. No sabemos aún quién nos educará porque el 95% de nuestros profesores llamados al Concurso de Oposición Docente 2021 reprobaron la materia.

     

     

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