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    jueves, 7 de octubre de 2021

    Valor del mes: Anuncio del Reino


    Valores | Juan Tomás García, msc

     


    Valor del mes: Anuncio del Reino

    Lema: “Tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios” (Lc 4, 43)

     

    Tarea de la Iglesia y de cada Comunidad Cristiana

    Octubre es el mes de la Misión. La Iglesia tiene la misión de continuar el anuncio de la Buena Noticia que trajo Jesús al mundo. Todo el accionar de Jesús, palabras, gestos, comparaciones, enseñanzas… se inscriben dentro de su anuncio del Reino de Dios. Lucas 4, 16-21. Nosotros quienes constituimos la Iglesia, organizados en las comunidades cristianas, seguidores de Cristo, vivimos nuestra identidad cristiana, anunciando lo que él anuncia, el Reino. “Tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios” (Lc 4, 43)

     

    Como seguidores de Jesús nos fijamos en él para aprender cómo vivir nuestro discipulado, continuando su misión. Nuestra tarea será entusiasmar a las personas para que se encuentren personal y comunitariamente con Jesús y así cambien definitivamente de vida y encuentren salvación. Cada persona de las que entran en contacto con Jesús sale ganando, sobre todo, si se deja transformar por su anuncio liberador de amor y fraternidad. Es de gran valor y de impulso poder contar con un punto importante y abarcador de las aspiraciones humanas a la hora de asumir conducta, estilos de vida y asumir proyectos concretos que muevan y canalicen nuestras energías hacia un fin: el Reino de Dios.

     

    Jesús anuncia el Reino de Dios

    La pasión por el Reino de Dios, podemos decir es la causa a la que Jesús dedica en adelante su tiempo, sus fuerzas y su vida entera, es lo que él llama el Reino de Dios. Anunciar el reino, para él, es anunciar mejorías en todos los sentidos, sin dejar ver que las mejorías sean el reino en sí. Es despertar esperanza en medio de grandes carencias y sufrimientos. Es el contenido de su misión, Lc 4, 16 21. Necesita anunciar el reino a aquellas pobres gentes desde su propia experiencia, les lleva una noticia que a él le quema por dentro: Dios viene ya a liberar a su pueblo de tanto sufrimiento y opresión. Quiere anunciar la noticia del Reino de Dios por todas partes y se dispone a recorrer los pueblos y aldeas de Galilea llegando hasta las regiones vecinas de Tiro, Sidón y la Decápolis. Evita las grandes ciudades.

     

    Reúne un gran grupo de seguidores dispuestos a aprender la esencia del Reino. El pueblo ya no tiene que salir al desierto buscando la conversión; es Jesús quien se acerca a ellos para enseñarles el camino, curar a los enfermos, liberar a los endemoniados de sus ataduras, comiendo con la gente y pasar haciendo el bien a todos sin discriminación. Más aun, sus preferidos son los pobres, los enfermos, los más desgraciados, los más débiles y desamparados. El Reino de Dios es para ellos principalmente. La vida itinerante de Jesús es símbolo vivo de su libertad y de su fe en el Reino de Dios. Toda esta marcha con las personas es anuncio de la presencia del Reino de Dios. Palabras, gestos, anuncio y denuncia… todo habla de la presencia de Dios actuando a favor de sus hijos.

     

    Jesús anuncia el Reino de Dios como Reino de Vida

    El reino de Dios anunciado por Jesús es concreto, no vago y en el aire. Pide un cambio profundo, una toma de conciencia y un compromiso duradero. Jesús también quiere ver a su pueblo restaurado y transformado según el ideal de la Alianza, donde se puede ver que reina Dios. Pero nunca tiene en mente una estrategia de carácter político. Lo que enseña Jesús es que para entrar en el Reino de Dios hay que renunciar al dinero, a los honores, al poder sobre otros, a la riqueza y a la explotación de los fuertes contra los débiles. Enseña un nuevo estilo de vida y de comportamiento social. Hay que terminar con los odios, riñas, insultos y agresiones. Superar la vieja ley del talión y hacerse un corazón grande con los demás, especialmente con los más pobres.


    Si vivimos el anuncio de Jesús, nos iremos pareciendo a Dios: “Sean compasivos como su Padre celestial es compasivo”. Si Dios es perdonador también hemos de aprender a perdonar nosotros, es la manera de ir viviendo la realidad de la presencia de Dios. Lo mejor está por venir, el Reino de Dios ya está llegando, se está abriendo camino, pero todavía no ha llegado a su plenitud, por esto Jesús nos invita a rogar: “Venga a nosotros tu Reino”, cuando rezamos el Padrenuestro.

     

    Espiritualidad que acompaña el anuncio del reino

    La espiritualidad del anuncio del reino es la que Jesús muestra al enseñar a sus discípulos a orar, con el Padrenuestro. “Que venga tu reino”. Que abramos caminos a tu justicia, a tu verdad y a tu paz. Que no reinen los ricos sobre los pobres, que los poderosos no abusen de los débiles, que los hombres no dominen a las mujeres. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Que en la creación entera se haga lo que tú quieres y no lo que buscan los poderosos de la tierra. Que se vaya haciendo realidad entre nosotros lo que tú deseas en tu corazón de Padre.

     

    “Danos el pan de cada día”. No te pedimos bienestar abundante para nosotros, sino pan para todos. Que los hambrientos de la tierra puedan comer y vivir con dignidad. “Perdónanos nuestras deudas”. Necesitamos tu perdón y misericordia. Estamos en deuda contigo por nuestra falta de respuesta a tu amor liberador. Que tu perdón transforme nuestro corazón y nos haga vivir perdonándonos los unos a los otros. “No nos dejes caer en la tentación” de apartarnos definitivamente de tu reino. Somos débiles y estamos expuestos a riesgos y crisis que puedan arruinar la vida humana. “Líbranos del mal”. Sácanos de la frustración. Recuperar la espiritualidad de Jesús es centrar la religión cristiana en la búsqueda del reino de Dios, poniendo a la iglesia al servicio de un mundo más justo, más dichoso y más fraterno para todos, empezando por los últimos.


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