Meditación | José MarÃa Lorenzo Amelibia/RD
DIOS NOS AMA, pensar en ello
Tú también
habrás pensado muchas veces en el amor de Dios. Él es la fuente en que reside
el amor. El nuestro sólo es una pequeña participación del suyo. ¡Qué inmenso
será el amor de Dios! Y a la fuerza nos tiene que amar a nosotros, somos obra
suya. Y si pensamos en la Encarnación... Con razón nos decÃan cuando éramos
adolescentes en los ejercicios espirituales: aquello era una locura de amor.
Nos interesa
ahora de verdad: formar una comunión familiar entre este Dios de Amor y
nosotros; como la familia que vive bajo un mismo techo. Él ha de ser el más
amigo, el más esposo, el inseparable de nosotros. Se escapará de nuestro
corazón a menudo la jaculatoria que endulce nuestra vida y la llene de
esperanza. A esta intimidad estamos llamados todos. Si estamos en la cruz o en
Tabor no veremos más que su adorable voluntad y amor. Si llegamos a amar asà y
a abandonarnos en su voluntad nos sentiremos más libres y por supuesto más
felices.
Nuestro
instinto nos exige amar a Dios sin sufrimientos ni penas. Y sin dificultades. Y
eso es imposible. Y lo verdaderamente cierto es: las personas más felices en
este mundo son las que han sabido abandonarse en los brazos de Dios. Vamos a
procurar tú y yo tener a Jesús siempre en nuestra memoria, como en los mejores
tiempos. Nos vamos a ayudar de nemotecnias: una estampa, una imagen, el
Sagrario, una cruz, una frase... ¡Hay tantas! Lo importante es tenerlo siempre
y con paz en el corazón para amarle. Aunque no sintamos ningún consuelo.
Si tienes mucho
tiempo dedica muchos ratos a la contemplación de Jesús. Si cuentas con poco,
recógete en tu interior unos momentos, piensa que eres templo vivo de Dios. AsÃ
cinco, diez veces o más al dÃa. Yo también lo procuraré practicar. Nuestras
vidas se renovarán en el servicio del Señor. Le contemplaremos en nuestro
corazón, le amaremos con nuestra voluntad, le conoceremos más a fondo. Poco a
poco tomaremos más afición a esta vida interior. Y cada uno de nosotros buscará
a su Maestro allà donde con más facilidad le encuentre. Pero no nos
equivoquemos: En el cielo gustaremos la unión con el Señor en alegrÃa y gozo.
Aquà abajo le encontraremos más a menudo sobre la Cruz que en el Tabor; asà nos
lo recuerdan los autores de espiritualidad. La unión en gozo en este mundo es
rara y fugaz: le suele preceder y seguir la temporada de dolor y sequedad. Pero
vamos a ser fieles a la oración.
Publicado por ReligiónDigital
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