Evangelización | Carlos Pérez Laporta
El valor de nuestra vida
Jueves después de
Ceniza / Lucas 9, 22-25
Evangelio: Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discÃpulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser
desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y
resucitar al tercer dÃa». Entonces decÃa a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mÃ, que se niegue
a sà mismo, tome su cruz cada dÃa y me siga. Pues el que quiera salvar su vida
la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sà mismo?».
Comentario
«Si alguno quiere venir en pos de mÃ, que se niegue
a sà mismo». En la actualidad esta afirmación no puede ser más escandalosa e
incomprensible. Nosotros, narcisistas posmodernos, que vivimos para nosotros
mismos, que todo lo hacemos para nuestra realización individual, que en todo
nos buscamos a nosotros mismos, incluso cuando buscamos a los otros. ¿En qué
nos atreverÃamos a negarnos? Si incluso cuando nos privamos de algo —como en
dietas y gimnasios— lo hacemos para una mayor afirmación de nosotros mismos.
Pero he ahà la paradoja: cuanto más nos buscamos
más nos extraviamos; cuando más trata uno de realizar su vida individual más
tiene la sensación de que «se pierde o se arruina a sà mismo». Porque la vida
sólo se gana cuando se entrega a otro, cuando se vive para otro, cuando se
pierde por otro. La vida solo merece la pena ser vivida por amor. Todo lo demás
es esclavitud. Y solo por el Amor eterno desvelado en la cruz puede eternizar
nuestra entrega amorosa en la resurrección: «el que pierda su vida por mi causa
la salvará». Nuestra vida tiene valor porque Cristo ha tenido que «padecer
mucho» por ella, porque Él ha vivido y muerto por nosotros. Y solo si vivimos y
morimos por Él alcanzaremos a comprenderlo.
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