Cuaresma 2023
Miércoles
de Ceniza e inicio de la Cuaresma
Con la imposición de las
cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo
cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual,
es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este tiempo vigoroso del
Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en
una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos".
Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero
de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed
en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al
polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la
conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida
humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de
la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no
pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La
conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las
realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que
implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en
este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a
trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de
nosotros y triunfe su justicia.
Sinónimo de
"conversión" es así mismo la palabra "penitencia"...
Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y
positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.
En la Iglesia primitiva, variaba la
duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días)
antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se
excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del
primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para
imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era práctica común en
Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de
Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a
mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el
Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo
VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué
simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.
La ceniza, del latín "cinis",
es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un
sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y
penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de
los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la
tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27.
El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo
entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto
simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las
palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos
invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha
de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el
fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse
en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de
Cristo.
Mientras el ministro
impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente:
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate
de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas
palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y
aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere
comunicarnos en la Pascua.
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