Meditaciones | Sandy Yanilda FermÃn
Domingo
de Ramos
En nuestra parroquia San José, el padre Edvaldo vestido de
rojo, procedió con la bendición de las palmas. Luego toda la feligresÃa
contenta por tomar los ramos, para iniciar con nuestra procesión y cantando una
canción, celebrar nuestra EucaristÃa.
Fue un dÃa donde cada uno de nosotros sintió el asombro, como
cuando muchos vieron a Jesús entrar a Jerusalén. Cuando vimos las palmas moverse y levantarse fue señal de
que acompañamos a Jesús.
Cuando cantamos el santo, todos a una viva voz, alzamos las
palmas para darle esa entrada triunfal al señor Jesús a nuestro corazón. Subimos las palmas diciendo santo es el Señor,
bendito sea su nombre”, simbolizando bendición.
Durante la celebración el padre Edvaldo nos hizo reflexionar
sobre aquellos momentos que nos hemos convertido en Judas y vernos en las manos
del demonio.
Sin embargo, el Señor
nos llama a caminar con él hacia la luz en esta Semana Santa. Nos llama a
convertirnos a dejar de ser ese Barrabás que hace justicia con sus propias
manos, nos invita a callar, a hacer silencio como lo hizo Jesús.
Nos hizo reflexionar sobre las burlas que realizaron los
guardias a nuestro señor Jesús, que
humillación tan grande decÃa él, y como el Señor se somete y eso nos enternece.
Por decir la verdad, por ser hijo de Dios, derramando y sufriendo con dolor, y pagando el precio de su sangre por amor hacia la humanidad.
El padre Edvaldo también nos preguntaba: ¿Qué ha hecho Cristo por ti? ¿Alguna vez
hemos llorado y pedido perdón por nuestros pecados?
La Semana Santa inicia, pero lo más importante es la vigilia
pascual, para lavar asà nuestras culpas y ponernos delante de Dios y escuchar su
voz.
Que este Domingo de Ramos se convierta en todos los domingos
de la vigilia pascual en nuestras vidas y que
Jesús entre en nuestras vidas y siempre se quede. Vivamos este tiempo para acompañar
a Cristo en su pasión.
La Semana Santa no es igual a las demás semanas. Semana Santa es contemplar el amor de Dios
en nuestras vidas. Contemplar la pasión que Cristo tiene por ti y por mÃ, en
todo su ser y su alma. Quiere cambiar nuestra vida y salvarnos al derramar su
sangre por nosotros.
¡Aclamemos a Jesús
como el Rey de nuestras vidas!
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