Editorial
Corazón de Dios en el mundo
El mes de junio de cada año la Iglesia lo dedica por
completo a honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Esta pasión y veneración por el Corazón
de Cristo muchos la definen y conocen como la devoción al Sagrado Corazón. Bíblicamente
la devoción es un acto libre de entrega y disposición de rendir culto a Dios.
Otros transitan el mismo camino cultivando lo que acertadamente se llama la Espiritualidad
del Corazón (de Jesús). La espiritualidad es una búsqueda continua, un
desatarse las fuerzas interiores en búsqueda de Dios. Lo maravilloso de todo
esto es que con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús el fiel cristiano entra
y venera al mismo Corazón de Dios y, como buen discípulo, aprende a ser manso,
humilde y misericordioso como nos enseña el mismo Maestro. Ya en los primeros
tiempos de la Iglesia se empezó a venerar el costado y el corazón de Cristo
abierto por la lanza. De esa herida y de ese corazón abierto por amor y del que
brotó sangre y agua, nacen la Iglesia y los Sacramentos. De esta forma, como proclama
el cántico de Isaías, todos ‘’sacarán aguas con gozo de las fuentes de la
Salvación’’ (Cf. Isaías 12).
El P. Julio Chevalier, fundador de los Misioneros del
Sagrado Corazón en 1854, fue uno de los tantos visionarios que proponía la
Devoción al Sagrado Corazón, como uno de los ‘’remedios a los males de la época’’,
la cual era tiempo caracterizado, en Europa, por el surgimiento de la Era
industrial y el maltrato obrero, la indiferencia religiosa y las tremendas
injusticias de los modelos colonialistas opresores.
Hoy como ayer, tanto las hermandades del Sagrado Corazón
como los cristianos en particular, somos enviados a ser en el mundo el Corazón
de Dios. Siempre habrá que recordar que Dios tiene corazón humano por haberse revestido
de nuestra humanidad en Cristo. Aquí radica la actualidad de esta devoción y el
por qué hoy también podemos seguir testimoniando que ella es la medicina, el
remedio de los males de nuestro tiempo. Así como existen muchas especialidades
en las ramas del saber, de la ingeniería, de la medicina, de la agronomía o de
la astro-física…, de esta misma forma el cristiano está llamado a ser
especialista en el conocimiento del Corazón de Dios manifestado en Cristo. Los
medios a su alcance para acercarse a este Corazón serán la oración y la
meditación. Sus resultados serán mostrar al mundo y a los hombres la ternura y
la bondad que brotan del Corazón de Dios ante la rudeza, la indiferencia y la maldad de tantos.
Se podrá mostrar cuán grande es la compasión y la misericordia de Dios
para con los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Aprender del Corazón de
Cristo significa volcar nuestro ser hacia los enfermos, los tristes, los que
sufren injusticias e incomprensiones, hacia los necesitados de perdón y de paz.
Los testimonios de los que han sido amantes del Sagrado Corazón se cuentan por
miles en el mundo. La Madre Teresa de
Calcuta vivió 45 años de intensa caridad para con los enfermos, moribundos y
huérfanos en las calles de Calcuta, sólo para dar a entender que el Corazón
humano de Dios vela continuamente por sus hijos en dificultades. Otro testigo
que intentaba ser Corazón de Dios en el mundo fue el P. Emiliano Tardif, msc.
Con su anuncio apasionado de que Cristo está vivo entre nosotros, miles y miles
de personas han retomado su camino de vuelta al Señor.
La devoción al Corazón de Jesús, tarea de toda la Iglesia,
nos hace tomar conciencia de cuáles son los sentimientos del Corazón de Dios
para con sus hijos para que todos se salven y vivan en la unidad de su amor.
ADH 879
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