Reflexión | Rafael Salomón/VN
Nos restaura y nos hace nuevos
El
Señor no condena a nadie, es el único juez que tiene por ley a la misericordia.
Nos mira con una dulzura especial cuando hemos fallado, cree en nosotros,
confÃa y nos muestra su compañÃa. La lógica del amor de Dios nos ofrece
siempre una nueva posibilidad, sin juzgar, sin aplicar las más severas leyes,
pareciera que nuestros pecados para Él, quedan escritos en la arena, donde el
viento borra todo rasgo de existencia con nuestros fallos.
Qué
difÃcil es para la humanidad comprender la ley de Dios, esa manera en que a
cada uno nos mira con esa fascinación, sólo Él puede vernos con una
comprensión enorme sabiendo que hemos pecado. Qué bueno y qué grande es el
Señor, deberÃamos dejar a un lado nuestros prejuicios y experimentar la
misericordia divina en nuestras vidas.
“Entonces los
escribas y los fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio,
y, colocándola en medio, le dijeron: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida
en flagrante adulterio’…”. Juan 8, 1-11
Muchos
de nosotros en aras de cumplir la ley de los hombres, somos capaces de olvidar
el amor a nuestros semejantes y nos convertimos en jueces severos, intachables
y hasta detestables por hacer cumplir un precepto; sin embargo, una vez
más el amor de Dios nos muestra cómo deberÃamos ser, primero mirar
nuestros errores, llevar una vida digna y aún asÃ, jamás olvidar que somos
hermanos.
Amor
Divino que confÃa en nosotros
Ni
contrarios, ni enemigos, ni desconocidos, asà como debe ser, hermanos. Qué
lejos estamos de ese amor, con el que Jesús sana y con la facilidad con la que
escribe en la arena nuestros pecados, para que el viento se encargue de
llevarse esas lÃneas que nos avergüenzan y que nos recuerdan que solo
conoceremos la pureza, cuando nos alejemos del mal que no queremos hacer.
Una
vez más, el amor Divino confÃa en nosotros para que no volvamos a fallar,
para que encontremos el verdadero camino del amor y la libertad, nos invita a
dejar nuestros pecados a comenzar de nuevo. El amor de Dios nos restaura y nos
hace nuevos, en todos los aspectos; se trata de una demostración de amor
inmensa, fuera de serie, reservada para aquellas personas que con humildad
aceptan su error y con sinceridad levantan la mirada a quien solo sabe amar y
no condenar.
Y
como lo mencionó el papa Francisco en su homilÃa en la audiencia en
la Plaza de San Pedro: “Es asà que Dios actúa en relación a nosotros pecadores. El
Señor continuamente nos ofrece su perdón y nos ayuda a acogerlo y a tomar
conciencia de nuestro mal para poder liberarnos. Porque Dios no quiere nuestra
condena, sino nuestra salvación”.
Aceptemos
esa forma tan especial de amarnos al extremo y sin medida. Levantemos
nuestra mirada a quien nos da la mano para levantarnos y darnos una nueva
oportunidad.
Publicado
por Vida Nueva
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