Testigos de la Fe | José Melero Pérez
Fray Bartolomé de las Casas, precursor de la teología de la liberación
Contribuyó a dictar las Leyes Nuevas de las Indias frente a las bulas
Alejandrinas
Fray Bartolomé de las Casas (Sevilla,
1474 – Madrid, 1566) pasó a las Indias diez años después de su descubrimiento,
en 1502; en La Española (Santo Domingo) se ordenó sacerdote en 1512 (fue el
primero que lo hizo en el Nuevo Mundo) y un año después marchó como capellán en
la expedición que conquistó Cuba. Su fama histórica se debe que fue el
principal apologista de los indígenas. Dejó muy claro en sus
escritos y sermones que la instrucción en la fe es incompatible con el maltrato
a los indígenas.
Fray Bartolomé de las Casas inició su vocación por
defender a los indios al quedar intensamente impresionado por un sermón
de fray Antón Montesino que pronunció en diciembre de 1511, subido al
púlpito de la iglesia de los dominicos en La Española (Santo Domingo). Ese
sermón denunció el trato cruel que los españoles daban a los indígenas. El
predicador no tuvo pelos en la lengua y se expresó de este modo:
“Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en
pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con
estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en
tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis
hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas
y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos,
habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer
ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais
incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro
cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y
creador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos,
no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como
a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ……”
Aquel sermón no cayó en saco roto. Marcó el
comienzo del cristianismo liberador, del reconocimiento de la dignidad de
los indios y del respeto a la diversidad cultural y religiosa. Fue, asimismo,
el germen de la teología de la liberación. Tres años después, otro
dominico, Bartolomé de Las Casas, renunciaba a su función de
encomendero y se convertía en el defensor de los derechos de los
indios. Definió la encomienda como una forma de esclavitud:
“La encomienda es contra las reglas de la teología
y la filosofía moral …por mucho que se predique, sin pía afección del que oye,
no sé de dónde les ha de nacer a estos esa pía afección a nuestra fe, ni cómo
podrán tener por divina la ley en que viven hombres tan inhumanos”.
Con su constancia en denunciar los malos tratos que
recibían los indígenas, contribuyó a dictar las Leyes Nuevas de las
Indias (1542) para proteger a los indios. Por todo ello es considerado
como el precursor de la teología de la liberación, muy extendida hoy en
Latinoamérica, y de los Derechos Humanos.
Las Leyes
Nuevas
El 20 de noviembre de 1542, se promulgaron en
Barcelona las Leyes Nuevas, impulsadas por Bartolomé de las Casas. Eran un
conjunto de normas que pretendían mejorar las condiciones de los indígenas de
la América española, especialmente, a través de la supresión del
sistema de encomiendas.
Las Bulas
Alejandrinas
Las Bulas Alejandrinas, dictadas por el
Papa Alejandro VI, de origen español, es una concesión a los Reyes
Católicos y a sus sucesores en las que se precisa que se concede el
dominio sobre tierras descubiertas y por descubrir en las islas y tierra firme
del Mar Océano, por ser tierras de infieles en las que el
Papa, como vicario de Cristo en la Tierra, tiene potestad para hacerlo. La
concesión se hace con sus señoríos, ciudades, castillos, lugares y villas y con
todos sus derechos y jurisdicciones para que los Reyes Católicos tuviesen tal dominio
«como señores con plena, libre y absoluta potestad, autoridad y jurisdicción».
La única contrapartida de la donación era la obligación
los Reyes de evangelizar las tierras concedidas.
Esas bulas solo especificaban los derechos
de los conquistadores, pero no hay ninguna referencia a los derechos de los
nativos ni al trato que había que darles. Tampoco hay referencia a los métodos
que había que seguir para adoctrinarlos en la religión católica. Siendo así,
los reyes de España y de Europa se permitieron devastar la
cultura y las creencias religiosas de los indígenas para favorecer la
expansión de la cultura de los conquistadores y de la religión católica, como
también velar por los intereses de la Corona. O sea, que los conquistadores
europeos tuvieron carta blanca para someter a todos los
pobladores de los territorios ocupados, y, en el nombre de Dios y con la permisividad
del Papa, cometer los más abominables crímenes de guerra para despojarlos de
sus creencias, de sus tierras y de su identidad.
La
complicidad de la Iglesia en el trato violento a los indígenas
La iglesia se movió entre dos aguas, enarbolando
la cruz y la espada, siendo cómplice del empleo de la
violencia contra los indígenas al ponerse del lado de los conquistadores.
El Papa Francisco, en su visita a
Hispanoamérica en el 2015, reconoció el daño que hizo la Iglesia durante la
colonización de América, pidió “humildemente perdón a los pueblos
originarios por las ofensas y crímenes que cometió la Iglesia católica
durante la llamada conquista de América”. Reconoció que se habían
cometido “muchos y graves pecados en el nombre de Dios “.
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