Reflexiones | Telesforo Isaac
Lea la Santa Biblia
en el mes de septiembre y siempre
En la Iglesia Episcopal, se lee y
se estudia la Santa Biblia; pues, en ella está la Palabra de Dios, y “Porque la
Palabra de Dios tiene vida y poder”. (Hebreos 4 12).
Se
lee la Santa Biblia, porque en esas milenarias escrituras hay
resúmenes de sabidurÃa, poesÃa, nociones históricas, ejemplos de héroes,
semblanzas de mujeres ejemplares, meditaciones que ayudan a elevar el espÃritu,
imágenes de figuras épicas, ilustraciones de ética y moralidad, trazos de
literatura de singular elocuencia, orientaciones para alcanzar metas anheladas,
ejemplos de códigos para la disciplina, prototipos de buenos principios del
comportamiento personal y grupal, tipificaciones de valores y virtudes
esenciales; asimismo, sirve de curativo a la mente distorsionada, asà también,
ofrece elementos para calmar la ansiedad y relajar la depresión.
Yo
leo las Sagradas Escrituras, porque esa lectura y la meditación, me ayudan a
orientar mi existencia en este terruño donde se necesita continuo estÃmulo para
mantenerse correcto, virtuoso, templado, y enfocado en la dirección para no
“seguir el consejo de los malvados”, ni transitar por “el camino de los
impenitentes”; más bien, sentir que puedo tener la seguridad de la cercanÃa y
sostén del Divino Pastor. Escudriño los Evangelios, pues, en esa lectura y
reflexión obtengo respuesta para soslayar el sufrimiento, angustia, congoja,
dudas, soledad, miedo, dolor o muerte.
El
Nuevo Testamento es fuente de inspiración para tener confidencia plena en
Jesucristo el Hijo de Dios, el Pastor que nos brinda confianza y nos guÃa,
porque, aunque andemos en “valle de sombra de muerte, no temeremos”. (Salmo
23:4). Leer y acertar la fe que Jesús es el Pastor que quita el miedo, alivia
el sufrimiento, fortalece el espÃritu, y ahuyenta el temor, es confortable; ya
que: cuyo cayado nos dirige por caminos rectos, y nos acompaña en los
tenebrosos momentos, cuando pasamos por oscuros caminos de angustia y malestar.
Reflexionar
en los salmos, sirve para alentar el deprimido estado anÃmico, porque nos
dicen: “Los que confÃan en el Señor, son inconmovibles”, en Él hay aliento y
sostén.
Estudiar
las Santas Escrituras puede dar alivio cuando nos sentimos descorazonados;
puede ser aliento cuando estamos turbados; puede iluminarnos cuando estamos
desorientados, como también, o cuando la debilidad espiritual nos agobia.
Repasar
lo escrito acerca de Jesús el Nazareno, nos reanima y vigoriza.
El mundo podrá
acabarse, mas, el mensaje y el amor de Dios jamás pasarán; por tanto, se puede
decir confiadamente: “Dios es amor”; por eso, leo, medito, y me siento seguro
que la Palabra de Dios “me da esperanza, mantiene firme y segura el alma, igual
que el ancla mantiene firme el barco”. (Hebreos 6:19).
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