Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el
Hijo del hombre
Viernes de la 25ª semana del tiempo ordinario.
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael / Juan 1, 47-51
Evangelio:
Juan 1, 47-51
En
aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí
tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta:
«¿De
qué me conoces?».
Jesús
le responde:
«Antes
de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael
respondió:
«Rabí,
tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel» Jesús le contestó:
«¿Por
haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En
verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Comentario
Cuando
pensamos en un ángel en seguida nos viene a la cabeza la imagen de un ser alado
con forma humana. Si nos paramos a pensar un poco más, esa apariencia se va
deshaciendo: ¿no son seres espirituales? Por tanto, no tienen cuerpo. Ni forma
humana ni alas. Sin embargo, esa primera imagen inocente representa algo hondo
y verdadero.
Por
un lado, la forma humana emparenta a los ángeles con nosotros, los hace
cercanos. Esa forma humana proyectada sobre ellos implica que podemos
relacionarnos con ellos, porque tienen un modo de ser semejante. Lo mismo
ocurre cuando representamos a Dios con forma humana también: la humanización de
Dios puede reducirlo de forma equivocada si se considera que Dios es solo
humano; pero nos lo muestra de forma adecuada si es una representación de su
relación con nosotros. De hecho, Dios se ha hecho hombre, y esa humanidad suya
puede representar su divinidad: sin poder ser reducido ella, el misterio
insondable de Dios se relaciona con el hombre, se puede hablar con Dios y estar
con Él.
Lo
mismo ocurre, entonces, con los ángeles. Pero en un modo distinto, y de ahí las
alas. Jesús lo tiene en cuenta en el evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os
digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el
Hijo del hombre». Las alas representan esa agitación de arriba a abajo, y de
abajo arriba. Esa relación de los hombres con los ángeles consiste en esa
agilidad para bajar y subir del cielo: los ángeles ponen en comunicación
permanente nuestro mundo con Dios; gracias al hijo del hombre, la distancia
entre el cielo y la tierra se ha llenado de ángeles. Los arcángeles nos ponen
en relación con Dios en situaciones concretas: Rafael en momentos de
enfermedad; Gabriel en el descubrimiento y continuación de nuestra vocación; Miguel
en nuestra lucha contra el Diablo.
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