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    jueves, 2 de mayo de 2024

    La vid y los sarmientos


    Evangelización | Luis Guillermo Gómez Batista

     


    La vid y los sarmientos

     

    Al pasado 28 de abril, V Domingo de Pascua correspondió el texto bíblico del discurso de Jesús sobre la vid y los sarmientos tomado al inicio del capítulo 15 del Evangelio de Juan. Es uno de los últimos mensajes de Jesús a sus discípulos antes de su pasión.  Durante esta semana se ha ido repitiendo este hermoso pasaje evangélico que vale la pena reflexionar. Así comienza el texto: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto” (Jn. 15, 1-2).

     

    ¿Nos podemos imaginar qué es una vid y qué es un sarmiento? Para entenderlo hay que pensar ¿de dónde se extrae el vino? De las plantas de uvas o vides. Hay muchos tipos de uvas, entre las cuales se ubica la Vitis vinifera (Vid), de la que provienen la mayoría de las uvas cultivadas en el mundo, siendo natural de la Europa Mediterránea y Asia Central. La vid es una planta trepadora, leñosa, con frutos en racimos que llamamos uvas. En cambio, los sarmientos son los hijos, de tallos largos, nudosos, flexibles de la vid de los que retoñan las uvas.  

     

    Habiendo diferenciado lo que es una vid de un sarmiento, puedo entender que los sarmientos no son autosuficientes y por esto necesitan totalmente de la vid para que la energía del árbol pase a sus tallos. La invitación de Jesús es a permanecer en él usando el ejemplo de la vid y posicionándonos a nosotros como los sarmientos. “Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada”. (Jn. 15, 5)

     

    El ejemplo de la vid y los sarmientos es una imagen muy contemplativa siendo descifrable en diferentes culturas. El teólogo alemán Alsem Grün en su libro “Jesús, puerta hacia la vida” explora qué en el Antiguo Testamento, la viña es una imagen del pueblo de Israel. Jesús al comienzo del texto bíblico se autodenomina como “la vid verdadera”. Él es el verdadero Israel. En Jesús se realiza la promesa del pueblo de Israel: En que Dios moraría en medio de él y que el pueblo de Dios cumpliría la ley y de esta manera daría fruto.

     

    Grün continúa, la vid es una imagen que también les gustaba a los griegos, siendo Dionisio el dios del vino y del éxtasis. Sin el éxtasis, el hombre decae: permanece unido a su yo, encerrado. Grün recalca lo que dice John Sanford en su libro “Das Johannes evangelium: einetiefenpsycholgische Auslegung” sobre la tarea esencial de la religión: “ayudar al hombre a buscar el verdadero éxtasis. Esto significa ofrecer caminos por los que uno pueda llegar a abandonar las estructuras y los límites habituales en los que normalmente nos encerramos”. Sigue comentando Grün que Juan nos muestra a los cristianos el camino del éxtasis, que nos conduce más allá de nosotros mismos. Por medio de la unidad con Cristo, hacemos saltar las fronteras del yo y entramos en contacto con “la creatividad ilimitada de nuestro centro interior”. Cristo como el verdadero Dionisio, nos libera de la estrechez de miras de la religión de la ley y nos conduce a una “ética de la creatividad”. (Berdiaev)

     

    Alsem Grün termina expresando que la imagen de la vid y los sarmientos enuncia el lado alegre de nuestro camino espiritual. La meta de nuestro camino es el éxtasis, la alegría en la unidad con Dios y podamos regocijarnos como nos dice Jesús en que “la gloria de mi Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos” (Jn. 15, 8).

     

    A Jesús, “la vid verdadera”, agradezcamos porque él nos ha alimentado con su Palabra y pidámosle al Padre, “el viñador”, que nos pode con dulzura para dar más frutos y permanecer en éxtasis con Cristo como auténticos discípulos. “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán” (Jn. 15, 7).






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