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    jueves, 12 de agosto de 2021

    Trabajo vs hijos: el costo que pagamos los padres trabajadores


    Familia | Jessica Urribarri* para ADH

     


    Trabajo vs hijos: el costo que pagamos los padres trabajadores

     

    Cuando nos establecemos metas personales, lo hacemos desde el punto de vista de conseguir logros profesionales, económicos, sentimentales, entre otros, que nos den bienestar y llenen nuestro tanque de satisfacciones propias.

     

    Sin embargo, cuando llegan los hijos, vemos pospuestas algunas de estas metas, o en el peor de los casos, sacrificamos el tiempo en familia, con nuestros hijos, por la persecución de esos logros personales o simplemente por el hecho de tener y mantener un estatus de vida acorde con nuestras necesidades familiares.

     

    En mi caso, madre soltera de una pequeña niña, migrante, profesional y con muchos sueños aun por lograr, me tocó resumir mi vida en una maleta y salir de mi país con mi mamá y mi hija, buscando para nosotras un futuro mejor, con calidad de vida.

     

    Siempre pensé que cuando fuese madre, tendría un empleo de medio tiempo para poder dedicar mucha atención a mis hijos para que no fueran criados por otros y dejar de ser yo, parte de su entorno. Pero mi realidad fue otra, al asumir ser madre soltera y tener que salir de mi país para poder tener un mejor ingreso que me permitiera la manutención de mi familia.

     

    Pero eso no solo representó un reto a nivel personal, sino un sacrificio del tiempo en familia y de designar la crianza de mi hija en mi madre, que, aunque es una fortuna que ella le dedique su tiempo y esfuerzo, es una desventaja para mí, pues al no poder dedicar el tiempo que requiere un infante para su crianza, los signos de desapego de mi hija hacia mí, son visibles.

     

    Esas señales se hacen notables en el día a día, puesto que ella busca la señal de aprobación de mi madre antes que la mía y su primer abrazo es para ella. Y cómo no serlo, si mi madre pasa casi el 60% del tiempo con ella, mientras yo trabajo para ellas.

     

    Y no son celos, no. Tampoco es envidia. Pero sí me gustaría que esas miradas de su búsqueda de aprobación fueran conmigo y, en primer lugar, todo fuera para mí. No obstante, esta es la consecuencia del sacrificio que hacemos los padres por nuestros hijos para darle bienestar, educación, alimentación y estabilidad.

     

    Estoy segura que en mejores manos no podría estar mi hija. Soy afortunada de tener a mi madre con vida y por esto le doy gracias a Dios, porque cuento con su apoyo y amor para la crianza de mi hija.

     

    Muchos se preguntarán… ¿dónde está su papá? Pues en Venezuela. Trato de fomentar una buena relación padre-hija, porque, aunque la nuestra no haya funcionado, eso no quiere decir que la de ellos no sea funcional. Pero la situación de ese país, entre otras razones, no permite que se vean con frecuencia, más que la que permiten los dispositivos inteligentes.

     

    Mi problema no radica en mi incapacidad por querer a mi hija, sino en mi inhabilidad porque ella sienta que le estoy dando tiempo de calidad, lo que creo que está repercutiendo en su conducta. A pesar de esto, no bombardeo a mi hija con esos “sí a todo” siendo permisiva o con regalos para compensar mi ausencia, solo trato de enseñarle lo que, a mí, en mi infancia, me enseñaron mis padres y mis abuelos.

     

    Ser madre es un trabajo a tiempo completo y cuando salimos a trabajar, surge la dificultad de alinear la crianza con las horas laborales, por lo cual a muchas, como es mi caso, nos toca ser madres ausentes, sin embargo, trato de vivir mi maternidad tan cerca de Ainhoa como pueda para que tenga una infancia feliz.

     

    Ella, a sus cuatro años, es una niña vivaz, con una inteligencia que te deja perplejo, que dice ser feliz y a quien yo trato, por todos los medios posibles, darle alimentación, vestido, educación y recreación, para que crezca emocionalmente estable.

     

    Si algo es cierto en este mundo es que un hijo cambia tus prioridades en la vida y buscar ese equilibrio entre la crianza y el trabajo es un reto a conseguir, tomando en cuenta que se debe combinar con el tiempo libre y con el de los quehaceres del hogar.

     

    Tener un empleo con horario flexible y de vez en cuando tener trabajo en casa, sería una fantástica idea que pudiera favorecer, en mi caso, pasar un mayor tiempo con mi hija. Sin embargo, la circunstancia es otra y nos toca adaptarnos y hacerlo con lo que tenemos.

     

    En conclusión: a pesar que soy una madre ausente, sé que mi sacrificio será recompensado. Estoy segura que mi hija está en buenas manos, que trato de darle tiempo de calidad, cocinarle lo que le gusta cuando podemos comer juntas, hacer todo mi esfuerzo porque sea feliz y llevarla por el camino del bien de la mano de Dios, mientras la vida me lo permita.

     

    Y es que, como dijo el científico Albert Einstein, "la palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices".

     

    *Jessica es Periodista, madre de Ainhoa Isabella, es venezolana viviendo en República Dominicana



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