Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Sus ángeles están viviendo siempre en los cielos el
rostro de mi Padre celestial
Lunes de la 26ª semana del tiempo ordinario / Mateo
18, 1-5. 10
Evangelio:
Mateo 18, 1-5. 10
En aquel
momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es
el mayor en el reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio y
dijo:
«En verdad
os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más
grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre
me acoge en mí. Cuidado con despreciar a uno estos pequeños, porque os digo que
sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre
celestial».
Comentario
Sigmund
Freud escribió que la fe en la omnipotencia de un Dios Padre provenía de la
decepción ante la impotencia de los padres de carne y hueso: el adolescente
habría así desmitificado a los progenitores que había idealizados durante la
infancia, proyectando en un ser superior la necesidad de esa protección en un
mundo que escapa a nuestro control.
Esa crítica
de la religión, en realidad, constituye una hermosa prueba de nuestra necesidad
religiosa: sin Dios nos vemos esclavos de las inclemencias del mundo y de la
historia. Pero, ¿es real ese Dios o es una proyección de nuestra frustración?
Quien
conoce a Cristo se sabe amado con un amor insuperable de Dios. Quien ha
conocido el amor de Cristo sabe nada puede separarle de ese amor eterno. Que
cada instante de la propia vida está lleno de ángeles que custodian en la
presencia de Dios nuestro porvenir. Que la atención es personal, por cuanto
cada uno contamos con uno ángel que nos resguarda de la victoria definitiva del
mal: «Sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre
celestial». Así, sabiéndonos en las manos del Padre podremos vivir con la paz
del niño que no teme a nada, porque sabe que sus padres reinan en el mundo: «si
no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el
reino de los cielos».
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