Reflexiones |
Telesforo Isaac
Devaluación de la mujer y pretensión de superioridad del hombre
(III)
En los días de Teresa de Jesús (1515-1582), la mística
revolucionaria, “la mujer” se consideraba, que tenía dos opciones, o se casaba
y vivía una vida familiar, o elegía el claustro monástico. Las mujeres no
tenían posibilidades de estudiar y se les negaba el derecho a leer; además, no
se le permitía participar a nivel político, jurídico o social.” (Aporte,
Ofelia Berrido, Areito, Periódico Hoy, sábado, 6 de noviembre, 2015, pág.
No.5). Esta religiosa, santa y docta mujer, fue un paradigma en su
tiempo.
El Filósofo Inglés, Thomas Hobbes (1588-1679), fue el primero de la
era moderna que puso de manera clara, “el valor universalista de la mujer” y
conceptuó los géneros en igualdad de esencia natural y verdadera de condiciones
en los seres humanos.
Hobbes cuestionó el concepto de autoridad patriarcal y la
desigualdad entre el hombre y la mujer, o el predominio de un género sobre el
otro. Este señalamiento del filósofo inglés, fue posiblemente el factor más
importante para los movimientos feministas en la búsqueda de establecer los
derechos de la mujer a todos los niveles sociales, cívicos, religiosos,
gerenciales, y de otras condiciones de los niveles humanos.
Por otra parte, el filósofo-economista y político inglés, John
Stuart Mills (1806-1873), expuso el importante punto del derecho de la mujer de
votar en elecciones; dio inicio de las acciones democráticas y participativas
en el resto de la Civilización Occidental.
La situación de la mujer ha evolucionado en la tradición religiosa
de los monoteístas, pero aun hoy, en muchos casos la mujer es considerada como
pareja que deben ser subordinadas por el hombre que funge de patriarca. Los
cristianos basan su postura en la Santa Biblia y la doctrina que emanan de las
escrituras y las tradiciones rabínica, teológicas. El islam hace lo mismo,
aunque el profeta Mahoma trato de dignificar a la mujer.
En algunas comunidades cristianas la mujer no tiene lugar en el
magisterio de la iglesia, no es considerada para ser sacerdote, pastora,
obispo, o de tener opciones de preponderancias a los más altos niveles
jerárquicos eclesiales.
Hay evidencias de una diferenciación de la situación que impera
alrededor de la mujer en el cristianismo; tiene marcada influencia en los
servicios que brinda a la iglesia y el nivel de espiritualidad y testimonio;
pero no goza de igualdad de derecho para alcanzar direcciones de alto nivel.
El trasfondo religioso, la tradición congelada en la historia de
2000 años, y el rezago cultural, no han permitido equitativamente que la mujer
tenga aceptación plena de derechos en muchas sociedades e instituciones,
especialmente en contadas comunidades religiosas.
La postura que restringe el reconocimiento y aceptación de la mujer
como ente creado por Dios en igualdad de condiciones de la imagen divina, tal
vez sea la razón que conlleva al desprecio, maltrato, subyugación que a veces
culmina en el asesinato de la pareja, que hoy conocemos como feminicidio. Las
religiones y las culturas tradicionales mantienen su práctica, y tal vez tiene
culpa de este infame concepto y malévola maña.
Hasta el concilio de Trento. (1545-1563. “Los derechos de la mujer,
se reconocen en base a los derechos de su esposo o pareja”. En este Concilio
fue cuando se le dio a la mujer un reconocimiento y se aclaró su dignidad y
capacidad”.
Hoy día todavía hay mucho por hacer para seguir mejorando las
actitudes que menosprecian, maltratan y asesinan a mujeres por considerar que
son devaluadas por ser del otro género humano.
El trasfondo patriarcal, y la tradición cultural perenne,
congelados en la historia, no han permitido que la mujer tenga aceptación plena
de derechos en muchas sociedades e instituciones, incluyendo las comunidades
religiosas; ya que una hembra apena puede ser acólita (asistente) en el altar
de la iglesia.
Las aptitudes, tradiciones y actividades que restringen el
reconocimiento y aceptación de la mujer como ente creado por Dios en igualdad
de condiciones de la imagen divina, tal vez sean las razones que conllevan al
desprecio, maltrato, y subyugación, que a veces culmina en el asesinato de la
pareja, que hoy conocemos como feminicidio a pesar de ser la parte
complementaria y necesaria de las criaturas de Dios, hechas a su imagen y
semejanza.
La protección de los derechos humanos y la sensibilidad a las
mujeres han tenido una timidez naciente de consideración a las mujeres en
algunas facetas de la sociedad dominicana; pero dista mucho para que los
hombres cesen de zaherir, maltratar, denigrar, abusar y asesinar a novias,
concubinas, esposas, y a veces, hasta abuelas y madres.
A un nivel de contadas instituciones, aparecen mujeres como
gerentes y la política partidaria, ha tenido una creciente aceptación. El
artículo 39-4 de la Constitución del 2010, proclama que “el hombre y la mujer
son iguales ante la ley”. Tres damas fueron seleccionadas por los partidos para
optar por la vice-presidencia del país. (Milagros Ortiz Bosch, 2000-2004;
Margarita Cedeño de Fernández, 2012-2020 y Raquel Peña, 2020-).
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